Están barriendo la arena de la playa, dices, mientras me alcanzas y tomas mis hombros con las puntas de los dedos.
Te colocas frente a mi, miras adentro. Preguntas, en alguna parte debe terminar la arena, dónde crees que sea?
Te digo que creo que la arena no termina y me llevas al magma.
De vuelta, pienso en un prisionero barriendo la playa, un hombre o una mujer cuya sentencia fue arena perpetua.
Te veo alejar, tenemos citas en destinos diferentes, que finalmente nos hacen encontrar.
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