martes, 15 de marzo de 2011

Hilo y lunas

Caminaba Lilian por la plaza con su traje blanco de hilo y lunas. Sobre su cabeza llevaba un sombrero elaborado artesanalmente con unas pequeñas pajitas. Un ave de esas que solo viven en las plazas, robó en un vuelo apresurado una de ellas.
Un Ángel que los observaba desde un banco muy cerca de sus pasos; voló de inmediato a rescatar la pajita robada y Lilian inevitablemente le siguió.
Se quedaron a vivir allí, en un espacio que había sido hecho para ellos. Desde entonces construyen otros iguales en las copas de los árboles con pajitas que roban de los sombreros de mujeres que pasean por la plaza con vestidos blancos de hilo y lunas. En los bancos, ángeles esperan.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Con ache

Esto no lo viví, me lo contaron y me gusta creerlo.


Resulta que Don Segundo, mi abuelo, tenía la gracia de congregar al pueblo con las historias de sus viajes hasta la lejana Valencia o a la capital, de donde regresaba siempre con cortes, golosinas, quesos, libros e historias del camino, entre otras cosas. 

En el pueblo vivía un señor cuyo nombre era Hermenegildo, debo suponer ya fallecido y seguramente enterrado en el cementerio de Turen. A Hermenegildo todos le llamaban Meregildo.

Una noche de esas en las que luego de alguno de sus viajes, él entretenía a sus fanáticos, uno de ellos le dijo algo así como: 
- Don Segundo cuéntenos algo que le haiga acontecido en uno de sus viajes a la capital, y mi abuelo le corrige diciendo, no se dice haiga se dice haya.

La persona con cara de extrañeza le pregunta, Don Segundo y eso como se escribe? Mi abuelo, con su verbo inmediato y tan buen hablar, le respondió
- Hijo, haya se escribe con ache, con H de Meregildo.

Todo esto ocurría antes que el encargado de apagar las lámparas de querosén que hacían de faroles en la calle, pasara para decir que ya era hora de dormir.

Encuentro

Te buscaré de una vez por todas las que te han buscado, entonces me hallaré a las puertas de este encuentro.
Te buscaré por todas las que te han buscado y entonces me hallaré, de una vez, a las puertas de este encuentro.
De una vez te buscaré a las puertas de este encuentro, por todas las que te han buscado, entonces me hallaré.

Sueño

Allí estas
cuando los párpados caen
y mis pestañas intentan
en vano
alcanzar tus mejillas

Brevedad

Acabo de ver a dos chicas con breve edad. 
Van tomadas de la mano; yo colgue mi sonrisa allí en ese columpio 
hasta que ya el retrovisor no fue suficiente, sino mi imaginación y los recuerdos.

viernes, 4 de marzo de 2011

María Maria, te estoy llamando Maria.....

Era sábado. Era 15. Era noviembre.

Cumpleaños de mi amigo Edgar quien se empeña cada año en emparejarse con mi edad, pero que va siempre será menor. Ahora que lo pienso, me resulta difícil imaginar que haya transcurrido un lapso mayor a 3 meses antes que nos contactemos de alguna manera o al menos pensemos en el otro, quiero decir el uno en el otro.

Este sábado del año 2008, los planes como en mucho tiempo eran cada quien por su lado. Esta estrategia nos ha dado una oportunidad infinita de encuentros y en cuentos.

Recuerdo que le llamé para felicitarlo (esto es impelable excepto cuando estamos de viaje), desde una tiendita en El Hatillo donde comprabamos un obsequio para Teresa, la mamá de otro maracucho en mi vida, quien celebraría esa noche su cumpleaños numero no se que, y nos habia honrado considerándonos en su pequeña lista de invitados. Por cierto, el apartamento de Edgar, que yo llamo La Heladería, pero ese es otro cuento, esta equidistante a las casas de Teresa y de otro grande amigo. Debe haber algo en Los Palos Grandes, no se. Creo que algún día se conocerán y me enteraré. No lo se.

Esa noche ella pidió, gente querida, una noche íntima, comida en casa (por cierto Teresa, así se llama, prepara unos hervidos inolvidables para los domingos, dignos de la reseña de cualquier sibarita), música en vivo y mas nada.

Y así fue, mas o menos.

Llegamos un poco tarde, pero justo antes que empezara el concierto. Porque eso fue. Juan Carlos, alguien a quien ya había escuchado cantar previamente, nos entretuvo con la música de la casa, de Venezuela y también de otros países de Latinoamerica. Canciones que sabíamos y repetimos sin importar que cantaramos en tonos diferentes, o desafinados o simplemente no supieramos cantar. Canciones de cuyas estrofas solo conocíamos el final y entonces también las repetíamos y otras que apenas empezaban a formar parte de nuestro repertorio de escuchahabientes. Eso realmente no importaba, todo sonaba bien. Estábamos felices.

En algún momento de esa noche, de un rato musical que debía durar solo una hora, pero que practicamente ninguno deseaba que terminara, Carlos, el hijo de Teresa, apareció con sus tíos y un teléfono inalámbrico, bueno los tíos en el teléfono inalámbrico que llamaban para felicitar a la cumpleañera y dejó el aparato sobre la mesa; esto no lo voy a olvidar. La noche continuó transcurriendo de manera espontánea y musical . En algún momento nos dimos cuenta que el teléfono seguía allí, pensábamos que habrían colgado; pues no, resulta que se habían servido un güisquicito y resolvieron quedarse la noche, incluso Juan Carlos los complació con un tema que el tío pidió y dedicó "Maria" a la cumpleañera, esa canción que hace el título de esta entrada.

Maracaibo en mi vida.

¡Es buena parte de quien soy!

Y los ojos de María te reciben en la puerta de La Heladería

La cita

Observo mi reloj
no hay hora en él.
Solo te espero en mi vida y bajo la lluvia
Por favor ven sin paraguas para reconocerte
y con el cuerpo descubierto