Me ha tomado un rato entender mi sentimiento respecto a lo que ocurrió en Venezuela el domingo 2 de diciembre pasado.
Tratando de comprenderlo, vinieron a mi memoria las reuniones familiares, sobre todo en casa de mis padres. Indefectiblemente, en algún momento de la misma, cuando la cosa aflojaba, cuando parecía que se terminaba, mi hermano Humberto, el primero conocido en la lista de los hijos de Godofredo Antonio, pelaba por su guitarra (que es parte de su cuerpo) y empezaba a cantar toda suerte de canciones desconocidas al menos para quienes conformamos la segunda camada de los Orsinitos (Gustavo, JC y la que suscribe). Luego esos temas se hicieron parte de nosotros y nosotros parte de ellos.
Así crecimos como en un popurrí y pienso que es una palabra que podría perfectamente describir a este grupo multisapido o polifónico de hermanos.
Y en esos nuestros primeros encuentros con la música, el bolero y la balada estuvieron muy presentes. Y los "Ojos Verdes" de mi madre eran dibujados musicalmente por papá y Humberto por supuesto, acompañado de un desafinado grupo pero lleno de sentimiento; mientras tanto nosotros, los menores, aprendíamos y teníamos nuestras aventuras iniciales con el ponche casero de la abuela Emma (de donde viene la mitad de mi nombre, pero esa es otra historia), que nos llevaba directo a la cama y a perdernos el resto de la velada, producto de los excesos y la ebriedad infantil. Después ya entendimos mejor el ponche, nos sabíamos las letras y empezamos a participar de una manera diferente.
Han pasado los años, los boleros y los recuerdos permanecen en el tiempo, los congelan y los transforman en presente; se hacen nuestros para convertirse en respuestas ante situaciones diversas. Son un eterno retorno a los momentos claves de nuestra existencia. En el transcurrir de este NO que se manifestó el domingo, NO nos estamos creyendo las palabras dulces, NO queremos entender de engaños, NO aceptamos manipulaciones. Por eso Sr. Presidente, le dedico este bolero.
Aunque me digas te quiero
aunque me digas te adoro
no, no y no,
no te lo voy a creer
esas palabras tan dulces
puede que sean sinceras
pero no, no y no,
no te las voy a creer
ya tú ves
como todo pasa en esta vida
yo prefiero una ilusión perdida
que me vuelvas a engañar
una vez
me dijiste que tú me querías
y recuérdalo bien vida mía
que te fuiste un día
y no volviste más, no
pero esas palabras dulces
puede que sean sinceras
pero no, no y no,
no te las voy a creer
El bolero goza de buena salud y amenaza con ser inmortal. La vida es una canción.