lunes, 23 de junio de 2014

Entre pozos de agua triste y otras aguas

A mi querida amiga Cuchy.

Querida amiga
Gracias por enviarme este correo. Siempre agradezco tus notas y su contenido cargado de verdad que se mueve en todas las coordenadas, que acapara mis minutos, que derrama sentimiento. Lo había visto, pero como te darás cuenta más tarde, si aguantas leer todo esto, es como si fuera nuevo.
Ayer estuve en muchos sitios. Quería sentarme a leer en cualquier lugar posible. 
Me detuve primero por unas empanadas para desayunar en la frutería de Altamira que esta cerca de Clínica El Ávila. Grasita y jugo de parchita. Me gustan unas que hacen al horno, repletas de vegetales, pero ya a las 8:30 am los amantes del cerro las han devorado o se las llevaron a casa. La grasa naranja sobre mi franela blanca, para que quede constancia.
De allí a Franca por un buen marrón cargado y un trocito de coffecake obsequio de la casa, mmmmm! Inicia el final del libro. Su título VEN. Maravilloso pero me costó mucho abordarlo. Breve y densa su escritura. Una mirada al interior. Cuestionador.
Una llamada al exterior (hay Wi-Fi en este lugar y entonces empieza uno a conectarse) y sonrío, hago planes y sonrío. Nos ponemos al día y sonrío. Un segundo café y un poco más de esa torta que eleva. Con la llamada un encargo y lo compro de una vez. La mitad de la misión cumplida.
De allí al parque del este-no se si un lugar de escape o si quienes allí van, viven en una Venezuela diferente. Estuve allí horas, observé, termine el libro que creí terminaría en un día pero me tomó semanas y lo hice entre hormigas, balones y futuros jugadores de la vino tinto. 
Intentos de lluvia no me hicieron salir de allí. Regresé a esos días en que mamá nos llevaba a este parque y la verdad era tal cual, quizá también para ella era un lugar en el que todas las preocupaciones debían quedarse en la puerta de entrada, en una bolsita bien amarrada para recogerla en la salida o recibirla luego en casa porque las preocupaciones no se pueden delegar y a cada uno nos toca resolverlas o convertirlas en posibilidad.
Una cocada me muda de árbol y en nueva locación inicié la lectura de mi segundo libro, obsequio de una querida persona. Después de mucho rato nos hemos encontrado aunque la verdad nunca nos dejamos. "Los peces no cierran los ojos". Voy despacio. Por alguna razón ahora leo despacio, repaso las páginas, doy la vuelta a la manzana y regreso al mismo punto con una visión diferente de lo leído. Suspendo la lectura, voy por agua, en el parque hay agua envasada, ya te digo un mundo paralelo, y decido caminar lo cual me regaló las fotos de una iguana grandísima comiendo hojas y flores. Un metro escaso de separación entre ambas, apenas. Guacamayas en el cielo y su sonido indiscutible. Sólo veo felicidad entre los animalitos que caminan libres por el parque, sólo en esos; así debería pasarnos a todos en el país.
Luego me fui a la plaza de LPG. Preparan allí un café bastante bueno; cada día más raro en la ciudad un buen café. 
Allí también hubo fútbol y se incorporan los perritos. Se respira distinto apenas a tres cuadras del parque, que increíble nuestra ciudad! En la plaza conviven intelectualidad y cotidianeidad. Crítica y vida común.
Llevé mi encargo. Una conversa sabrosa para ambas que terminó en un mensaje horas más tarde con sabor a la torta que entregué.
Los Galpones  me esperaban y allí me detuve. Estaba lleno de niños y sus padres, un par de  exposiciones que me movieron un poco y la librería.
Guadalupe me sorprendió allí. Presentaban un libro. Un bautizo fuera de la iglesia, con aguas distintas. Un señor de la editorial se me acerca y pregunta si soy una de las colaboradoras. No soy pero igual le doy las gracias por confundirme o pensar que podría ser. Guadalupe! Ella fue una de mis compañeras en la tesis de postgrado. Es una mujer querida. No nos vemos pero no nos dejamos o la vida no nos deja dejarnos, o algo así.
Hace rato estaba por llamarla pues pensé en ella para hacer un empaque para mis té, pero esta haciendo eso solo para algunos clientes de años. Nos pusimos al día y le conté en que ando. Quizá me ayude a colocar el té con un amigo que está orientando la nutrición de un grupo. Dios quiera. Esta pensando salir del país pero a un lugar cercano. Se lleva mi idea de los té para Aruba pues va a explorar la isla como posibilidad. Y esto me lleva a Leonardo Padrón, pues Guada es otra persona cercana que evalúa la posibilidad de irse aunque no quiera hacerlo. Coño Cuchy! si, coño, no me quiero ir. Que vaina amiga!
Agradezco que me permitieras escribir esta nota. Cuando recuerdo mi infancia por alguna razón, en mi memoria, no pasábamos de Chacaito (quizá no lo sepas pero siempre vivimos en el oeste. Mamá trabajaba en San Martín. Es sólo comentario). En todo caso ya voy por el Parque del Este en mis recuerdos.

Gracias y amor
Emma

PD. Es respuesta a una columna de Leonardo Padrón, "Entre pozos de agua triste", que Cuchy me envió

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