Cada día fue gris, temprano, al mediodía, en la noche, incluso al dormir fue gris.
Entonces llegó el viernes y salió el sol; el día se pintó de azul y pude descubrir que si existen los rascacielos y que se puede visitar el ultimo piso aun sin elevadores.
Hay tantos. Hay puntos en que solo es posible ver el cielo volteando la cabeza noventa grados hacia atrás o caminando cien pasos para llegar a la siguiente esquina y ver que eso que dibujan los arquitectos es cierto y que la perspectiva existe.
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