sábado, 6 de septiembre de 2014

El vendedor

Tenía una vieja libreta con hojas en blanco 
y un lápiz
Me ofreció un poema
Le entregué una palabra 
No quería dinero si no nos gustaba
Leyó nuestro retrato.
Quedó para una cerveza y el subterráneo a casa
De la mano caminamos río abajo
hasta la puerta de un bar tranquilo
Allí le encontramos de nuevo
Repetía el mismo poema 
Cambiaba sólo una palabra


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